Copa América: ¡el fútbol no para en el continente donde 2 millones murieron por Covid-19!
América es el continente con mayor número de muertes por Covid-19: 2 millones de personas. El resto del mundo entero tiene el mismo número de víctimas que nuestro continente, pero ni siquiera eso impidió que comenzara el fútbol de la Copa América. Aunque solo reúne a los países de América del Sur, el torneo se desarrolla en un momento en que Brasil, el país anfitrión, llega a los 500.000 muertos, luego de que Colombia (casi 100.000 muertos) y Argentina (casi 90.000 muertos) renunciaron a organizar la competición.
Internacionales - June 16, 2021

América es el continente con mayor número de muertes por Covid-19: 2 millones de personas. El resto del mundo entero tiene el mismo número de víctimas que nuestro continente, pero ni siquiera eso impidió que comenzara el fútbol de la Copa América. Aunque solo reúne a los países de América del Sur, el torneo se desarrolla en un momento en que Brasil, el país anfitrión, llega a los 500.000 muertos, luego de que Colombia (casi 100.000 muertos) y Argentina (casi 90.000 muertos) renunciaron a organizar la competición.
La Copa América arrancó el 13 de junio y solo dos días después, el 15 de junio, se anunció que ¡ya hay 52 contaminados por Covid-19 en las delegaciones de las selecciones nacionales! Esto no sorprende a nadie. Al final del torneo, muchos otros jugadores y miembros del personal estarán contaminados y nadie podrá saber qué pasará con cada uno de ellos.
Pero, además de las selecciones nacionales, ya existe más contaminados entre los trabajadores involucrados con el alojamiento, la alimentación, el transporte, la seguridad y la transmisión de los juegos. Y habrá muchos más. Más aún con el aumento del contagio entre los aficionados, que se apiñan para seguir los partidos. Fue un desastre anunciado y ya está instalado antes de lo esperado.
La pandemia de Covid-19 es el evento que más personas ha matado en tan poco tiempo en Estados Unidos, Argentina, México, Brasil y decenas de otras naciones. Al ofrecer ser sede de la Copa América cuando los hospitales y cementerios estén llenos, el gobierno de Bolsonaro refuerza su negacionismo ante la mayor tragedia de la historia de Brasil y demuestra una vez más que es un gobierno genocida.
FIFA, Conmebol, UEFA y otros criminales del fútbol
Bajo el capitalismo, el fútbol está controlado por grandes empresas y mafias burguesas, muy ligadas a dictaduras y todo tipo de gobiernos enemigos de los trabajadores. La ocupación de Haití en 2004, por ejemplo, estuvo acompañada de la visita de la selección brasileña de fútbol, adorada por los haitianos, para justificar la masacre del pueblo. Mientras Lula enviaba tanques y soldados para matar, Ronaldinho y otros jugadores desfilaron por las calles destruidas de Puerto Príncipe para alienar a las masas y debilitar la resistencia popular.
La FIFA fortaleció dictaduras como la de Argentina, que fue sede del Mundial de 1978, y marcó un partido de clasificación para el Mundial de 1974 en el Estadio Nacional de Chile, en noviembre de 1973, dos meses después del sangriento golpe de Pinochet. El mismo estadio donde decenas de miles de chilenos fueron detenidos, golpeados, torturados y asesinados. En 2022, la FIFA volverá a organizar la Copa en un país en dictadura. Qatar es una monarquía religiosa fundamentalista, y su elección fue el resultado de un amplio esquema de corrupción, con las obras del estadio utilizando mano de obra análoga a la esclavitud.
Podríamos escribir libros con cada episodio criminal de FIFA. Lo mismo ocurre con la UEFA, la organización europea de fútbol, que actualmente también está celebrando su Eurocopa, incluso con público en los estadios, aunque las muertes del Covid-19 no han terminado. Y peor aún en el caso de la Conmebol, la entidad sudamericana que insistió con la Copa América en el peor momento de los países que la disputan.
Libertadores, bombas y ganancias
La Copa Libertadores de América, el torneo de clubes más importante del continente y que lleva el pomposo nombre en honor a quienes habrían sido los líderes de la independencia de los países sudamericanos, vivió este año una de sus mayores vergüenzas.
Si Covid-19 no paraba los juegos mientras los muertos se multiplicaban entre la afición de los equipos participantes, el pueblo colombiano luchó por cancelar los juegos de cara a la revolución que comenzó el mes pasado. Millones de trabajadoras y jóvenes colombianos lucharon y derrotaron la reforma tributaria del gobierno de Iván Duque, que elevó los impuestos y el costo de vida de los más pobres. Pero más de 40 manifestantes fueron asesinados por la policía y el ejército del país. Cientos más resultaron gravemente heridos y otros tantos fueron arrestados.
En este contexto, la frase “¡Si no hay paz, no hay fútbol!” se multiplicó, y la multitud impidió la realización de una decena de partidos de la Libertadores y la Copa Sulamericana en el país, y algunos partidos se transfirieron incluso a Asunción, Paraguay. El enfrentamiento entre América de Cali (el equipo de la ciudad que fue epicentro de la insurrección colombiana) y el equipo brasileño Atlético Mineiro fue trasladado a Barranquilla, lejos de las barricadas de Cali, pero ni así hubo paz. Había fútbol, pero las bombas y las balas disparadas fuera del estadio, desde horas antes del partido y durante todo el partido, tiñeron aún más de sangre esta competición.
El partido tuvo que ser interrumpido en numerosas ocasiones, porque el gas lacrimógeno fue tanto que invadió el estadio y el césped, e incluso asfixió a los jugadores. El juego se detuvo, pero siempre regresó. Una vergüenza sin límites, que demuestra que la Conmebol y las mafias que manejan el fútbol como negocio capitalista no piensan en nada más que en ganancias.
Los defensores de la celebración de la Copa América aseguran que se están disputando otros torneos, como la Libertadores, y que por eso no hay problema en tener otro. Nos quitan incluso el pan, pero quieren que siga el circo, para calmar el ánimo de la gente. Entendemos que por el momento no se debe realizar ningún torneo, y que las competencias deportivas solo deben volver después de la vacunación de las poblaciones, lo que incluye deportistas, empleados vinculados a equipos y todos los aficionados. Deporte sin público, estadios sin hinchadas, pelotas mientras tantos lloran a sus muertos: una realidad con la que solo los capitalistas del fútbol pueden vibrar …