Biden es elegido. Trump pierde. Pero la verdadera disputa es entre trabajadores y explotadores.

A pesar del perdedor Donald Trump no reconocer la derrota, y de pocos países como China, Rusia, Corea del Norte, Brasil y México tampoco reconoceren, las elecciones en Estados Unidos terminaron y Joe Biden es el nuevo presidente del país. A la fecha, Biden tiene más de 76 millones y 343 mil votos, y Trump tiene 71 millones y 444 mil votos. Una gran diferencia de unos 5 millones de votos.

Internacionales - November 11, 2020

A pesar del perdedor Donald Trump no reconocer la derrota, y de pocos países como China, Rusia, Corea del Norte, Brasil y México tampoco reconoceren, las elecciones en Estados Unidos terminaron y Joe Biden es el nuevo presidente del país. A la fecha, Biden tiene más de 76 millones y 343 mil votos, y Trump tiene 71 millones y 444 mil votos. Una gran diferencia de unos 5 millones de votos.

En el colegio electoral, Biden ya tiene 290 delegados, pero se espera que obtenga 16 más de Georgia, totalizando 306 delegados. Trump tiene 214 delegados y se espera que tome 18 más entre Carolina del Norte y Alaska, terminando con 232 delegados. Dado que 270 delegados son suficientes para ser elegidos, incluso con el recuento de votos en Georgia y cuestiones judiciales en Pensilvania, no hay duda: Biden es elegido y Trump sufrió una derrota incuestionable.

Hace cuatro años, los demócratas también ganaron el voto popular, con Hillary Clinton con 3 millones de votos más que el mismo Donald Trump, quien, sin embargo, fue elegido bajo las reglas electorales completamente antidemocráticas de Estados Unidos, donde el voto es indirecto.

En 4 años, Trump se ha aislado aún más políticamente y el gran cambio a favor del candidato demócrata se produjo después de la combinación de la tragedia de más de 200.000 muertos por la pandemia Covid 19 (que redujo aún más la popularidad de Trump) con el ascenso histórico de las masas, con los negros a la cabeza, a través del movimiento Black Lives Matter.

Un fascismo imaginario y un golpe que nunca llegó

Durante 4 años, buena parte de la izquierda oportunista vio a la administración Trump como fascista, al igual que los mismos sectores lo repiten en relación al presidente brasileño, Jair Bolsonaro. Más que un grosero error político de análisis, se trata de un “análisis de justificación”, cuyo objetivo es legitimar una política definida de antemano: apoyar a candidatos burgueses “progresistas”, como serían Biden, Haddad, Fernadez, Arce, López Obrador, etc. .

Antes de asumir Trump, muchos temían que masacrara físicamente a los trabajadores y que un período de dictaduras aplastaría el movimiento de masas en el mundo. Pero, a menos de 2 meses de salir por la puerta trasera de la Casa Blanca, Trump dejó un rastro de ataques que no es diferente cualitativamente de sus predecesores.

Obama (y Biden como su vicepresidente) mataron a muchas más personas en el extranjero, con su historial de drones lanzando bombas en varios países. El número de inmigrantes deportados fue muy alto con Obama y Trump y el imperialismo atacó tanto interna como externamente de la misma manera. La diferencia es que, con Obama, la mano que hace caricia es la misma que golpea; y con Trump ni siquiera hubo caricia. La única diferencia entre Obama y Trump fue ésta: el discurso demagógico y políticamente correcto del primero y la brutalidad del segundo. Pero las acciones fueron esencialmente las mismas.

La democracia burguesa no sólo puede ser asesina; és asesina. Y en un país imperialista promueve dictaduras y masacres en otros países. Esto ha ocurrido durante décadas, tanto por manos demócratas como republicanas. Esto no convierte a cada uno de estos gobiernos estadounidenses en fascistas durante todo el siglo XX. Atribuir la violencia y los ataques antidemocráticos como evidencia de la existencia del fascismo es una concepción completamente oportunista, que ve a la democracia burguesa como incapaz de cometer estos crímenes. Es una capitulación vergonzosa ante el “Estado de derecho democrático”. Nunca hubo fascismo bajo Trump; sino un gobierno burgués, imperialista y enemigo de los trabajadores. Como lo será Biden.

No ha habido fascismo en los últimos 4 años, ni ha habido ni habrá un golpe contra el resultado electoral. Por 2 sencillas razones, pero que lo explican todo:

1) las masas no permiten que esto suceda, ya que la correlación de fuerzas vive um ascenso, con las luchas callejeras más grandes que Estados Unidos haya visto;

2) lo último que quiere la burguesía imperialista en un momento de crisis global del capitalismo es perder aún más ganancias y paralizar su negocio en una lucha interna por mantener a un presidente desmoralizado, que puede ser reemplazado por otro que haga el mismo trabajo sin tanta resistencia popular .

No hubo guerra civil ni esto estuvo cerca de ocurrir. Los “Proud Boys” siguen durmiendo en sus camas y la tranquilidad de las instituciones burguesas ni siquiera se ha agitado. Una gran decepción para quienes apoyaron a Biden como representante de la lucha “en defensa de la democracia”…

Un vencedor que quiere derrotar a las masas

Biden es un viejo político, que durante 40 años ha sido cómplice de las invasiones terroristas, guerras y asesinatos que Estados Unidos promueve en todo el mundo. Durante 8 años fue vicepresidente de Obama y culpable de mantener a policías racistas matando a negros, arrestos y deportaciones masivas de inmigrantes y millones de trabajadores desempleados sin derechos laborales mínimos. Además, Biden está acusado de cometer violencia sexual contra mujeres, siendo tan violador como Trump. Es un hombre blanco, rico, de derecha y enemigo directo de los explotados y oprimidos.

Biden no merecía el voto de trabajadores, mujeres, negros, LGBT+ o latinos. No será presidente de ninguno de ellos. ¡Y es deber de todos los luchadores posicionarse desde el comienzo de este nuevo mandato como una oposición intransigente al jefe de las Fuerzas Armadas más sanguinarias del planeta y presidente de las grandes corporaciones internacionales, banqueros de Wall Street, racista, sexista e imperialista!

Biden intentará aplicar de manera más sutil los mismos planes para retirar los derechos sociales, atacar a los jubilados, recortar los fondos públicos y hacer la injerencia internacional para mantener la explotación de los pueblos del mundo.

Y cuenta con la colaboración de clase de los grandes sindicatos vinculados a la AFL-CIO, la cooptación de líderes de Black Lives Matter y la parálisis de las luchas ante un nuevo gobierno que asumirá con el “mérito” de haber derrotado al odiado Donald Trump.

Nuestro papel es desenmascarar esta ilusión y colaboración con el enemigo. Con exigencias y denuncias, debemos demuestrar que si ni la gran ola de esperanza que sacudió la elección de Barack Obama generó cambios, mucho menos sucederá con Biden, en un momento en que el capitalismo atraviesa una crisis aún mayor.

Reacción democrática y electoralismo

Biden fue elegido por el mayor número de votos para un presidente en la historia. La elección en su conjunto también tuvo una participación electoral récord. Esto se explica por el enorme deseo de derrotar a Trump, un presidente que nunca fue mayoría entre la población, incluso cuando fue elegido. En este sentido, la derrota de Trump es vista por muchos sectores de masas como una victoria suya. Millones de estadounidenses celebraron el resultado, mucho menos por Biden y mucho más por Trump.

Entonces, la ilusión en la administración Biden no se acerca a la ilusión que existía cuando Obama fue elegido. Sin embargo, a pesar de ser mucho más pequeña, hay ilusiones masivas en el nuevo gobierno y tenemos que entenderlas. Nuestra tarea es reconocer que estas ilusiones existen y dialogar con los millones de negros, latinos, LGBT+ y mujeres que aún esperan algo de Biden y demostrar que nuestras demandas no serán cumplidas por él, que seguirá atacando.

Esta experiencia será inevitable y la ruptura de las masas con Biden es cuestión de tiempo, ya que el capitalismo no está en condiciones de hacer grandes concesiones en este momento. Pero nuestro trabajo debe servir para acelerar este proceso, profundizarlo y construir una alternativa política organizada y revolucionaria a partir de esta experiencia.

En estas mismas elecciones, cuatro estados más votaron para despenalizar la marihuana, otros aprobaron su uso médico y algunos incluso permitieron otras drogas como alucinógenos y drogas “más pesadas” (caso de Oregon). El voto em algunos estados incluso prohibió la bandera confederada, votó en contra de restringir el derecho al aborto y aprobó más pautas a favor de los derechos civiles. No hay duda de que la mayoría de la población vio las elecciones como un momento importante para intentar cambiar sus vidas. Lamentablemente, la realidad demostrará que esto no sucederá tan fácilmente.

Pero estos resultados fortalecen subjetivamente a las masas, ya que se dan cuenta de que pueden tener fuerza juntas. Nuestra lucha es que este grado de conciencia avance hacia un nuevo entendimiento de que esta fuerza popular debe usarse en las calles, en acción directa, la única forma de que las cosas realmente cambien.

La salida pasa por más protestas, organización popular y derrotando a Biden, a los demócratas y a los republicanos.

La poderosa clase trabajadora de Estados Unidos ha estado sufriendo el desempleo, la falta de derechos laborales, el aumento de las deudas y los servicios públicos deficientes. Además, una nueva ola de casos y muertes causadas por Covid-19 amenaza nuevamente al país. Biden no va a resolver ninguno de los problemas de los trabajadores y los empeorará. Un segundo mandato de Trump haría lo mismo y cualquier otro candidato que ganara las elecciones también.

El sistema capitalista no puede vivir sin atacar y matar a los más pobres, en beneficio de los más ricos. Y la única forma de cambiar esto es con la acción directa. Es urgente luchar para garantizar el empleo, los salarios, los derechos laborales, el fin de la policía, el machismo, el racismo, la LGBT+fobia y la xenofobia. Por eso, los oprimidos y los trabajadores deben organizarse en comités de lucha, por ciudades, barrios, lugares de estudio y trabajo, y volver a ocupar las calles como lo hicieron los manifestantes Black Lives Matter.

Demócratas y republicanos estarán juntos en el Congreso contra el avance de las luchas populares. El FSP, partido con el que el MRS construye el Comité por el Reagrupamiento Internacional Revolucionario, actúa en Estados Unidos contra estos dos partidos y apoyamos la lucha de estos compañeros y de los millones de activistas del país. MRS opera en Brasil e internacionalmente para que los explotados tengan una dirección que sea coherente con sus luchas. Necesitamos un programa combativo, socialista y revolucionario para unificar a los luchadores en torno a una nueva dirección sindical, popular, feminista, negra y latina.